Cuando vuelven a remontar vuelo las ilusiones vencidas suelo temer el desconsuelo en mi mirada perdida; si ríes me confundo y me escapo de mi ser, me miro de lejos a veces y me siento impertinente, incoherente, maldita.
Cuando las rosas dejan de pinchar ya no son rosas, son alguna flor más; yo no quiero ser una flor, ni una rosa, ni un jazmín que huela bien.
Mi tropiezo me enseñó alguna vez a levantarme de la nube rota cuando deambulan por mi patio los recuerdos del pasado.
Y cuando mi cielo se quede nublado habré de salir al centro de mi mente un instante plateado que me devuelva al interior del refugio que quise perder alguna vez, quizás mi reflejo se divierta viéndome caer, puede que mi vida penda de un hilo cuando intente volver a nacer, renacer de pobres… renacer de madrugadas acompañadas, renacer de un vestigio de asombro que nunca se fue.
Al fin y al cabo me gusta perder…
viernes, 21 de mayo de 2010
Perder
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